Dies hatte
Zarathustra zu seinem Herzen gesprochen, als die Sonne im Mittag stand: da blickte
er fragend in die Höhe - denn er Hórte über sich den scharfen Ruf eines Vogels.
Und siehe! Ein Adler zog in weiten Kreisen durch die Luft, und an ihm hing eine Schlange,
nicht einer Beute gleich, sondern einer Freundin: denn sie hielt sich um seinen Hals
geringelt.
"Es sind meine Tiere!" sagte
Zarathustra und freute sich von Herzen.
"Das stolzeste Tier unter der Sonne
und das klügste Tier unter der Sonne - sie sind ausgezogen auf Kundschaft.
Erkunden wollen sie, ob Zarathustra noch
lebe. Wahrlich, lebe ich noch?
Gefährlicher fand ich's unter Menschen
als unter Tieren, gefährliche Wege geht Zarathustra. Mögen mich meine Tiere
führen!"
Als Zarathustra dies gesagt hatte,
gedachte er der Worte des Heiligen im Walde, seufzte und sprach also zu seinem Herzen:
"Möchte ich klüge sein!
Möchte ich klug von Grund aus sein gleich meiner Schlange!
Aber Unmögliches bitte ich da: so bitte
ich denn meinen Stolz, daß er immer mit meiner Klugheit gehe!
Und wenn mich einst meine Klugheit
verläßt: -ach, sie liebt es, davonzufliegen! - möge meine Stolz dann noch mit meiner
Torheit fliegen"-
- Also beggan Zarathustras Untergang.
Friedrich Nietzsche,
Also sprach Zarathustra,
Erster Teil, Zarathustras Vorrede, 10 |
Esto es lo
que Zaratustra dijo a su corazón cuando el sol estaba en pleno mediodía: entonces se
puso a mirar inquisitivamente hacia la altura - pues había oído por encima de sí el
agudo grito de un pájaro. Y he aquí que un águila cruzaba el aire trazando amplios
círculos y de él colgaba una serpiente, no como si fuera una presa, sino una amiga: pues
se mantenía enroscada a su cuello.
«¡Son mis animales!», dijo Zaratustra,
y se alegró de corazón.
«El animal más orgulloso debajo del
sol, y el animal más inteligente debajo del sol - han salido para explorar el terreno.
Quieren averiguar si Zaratustra vive
todavía. En verdad, ¿vivo yo todavía?
He encontrado más peligros entre los
hombres que entre los animales, peligrosos son los caminos que recorre Zaratustra. ¡Que
mis animales me guíen!»
Cuando Zaratustra hubo dicho esto, se
acordó de las palabras del santo en el bosque, suspiró y habló así a su corazón:
«¡Ojalá fuera yo más inteligente!
¡Ojalá fuera yo inteligente de verdad, como mi serpiente!
Pero pido cosas imposibles: ¡por ello
pido a mi orgullo que camine siempre junto a mi inteligencia!
Y si alguna vez mi inteligencia me
abandona - ¡ay, le gusta escapar volando! - ¡que mi orgullo continúe volando junto con
mi tontería!»
- Así comenzó el ocaso de Zaratustra.
Friedrich Nietzsche,
Así habló Zaratustra,
Primera parte, Prólogo de Zaratustra, 10 |